La actividad de desarrollo cultural y ejemplo de Alvaro Pimentel señala un sendero a seguir
por la juventud dominicana para crecer de forma individual y cultural, al mismo tiempo,
aportar a su entorno social y la cultura dominicana, alcanzando importantes logros con el trabajo duro y
sistemático, con la entrega a una actividad que les apasione, en este caso el
arte, que es fuente de mejoramiento humano y de autorrealización.
Un espacio donde podrás apreciar los sentimientos plasmados en lienzo del artista dominicano Alvaro Pimentel, que desviste sus emociones para mostrarlos al mundo por medio de la pintura y el dibujo. La mujer, la fantasía y lo natural son sólo algunas de las características de cada una de sus obras.
La autenticidad de sus obras son un umbral que le da vida a la imaginación. Lo esencial para este artista es dar a conocer lo sublime por medio del arte, y que la belleza se aprecia más allá del exterior, ya que este autor reconoce que «el Arte deja de ser Arte, sino tiene un buen intérprete que vea con el corazón».
Estilos y Temáticas
Desde el punto de vista estilístico, refleja lo ecléctico e integrador del arte de la
Postmodernidad, donde asume diferentes formas de hacer, de acuerdo con su
voluntad y el mensaje implícito en cada obra, logrando al mismo tiempo un
sello distintivo y único. La geometrización ocasional, el realismo frecuente,
ciertos toques de deformación expresionista, la fiesta del color, propia del
Fauvismo, se observan en la representación materializada de las ideas que
portan las formas artísticas de cada imagen.
La variedad de temáticas es marcada. Las mismas son representativas de lo
dominicano y también de lo universal. En sus murales y lienzos, lo humano y la
naturaleza se integran en una visión llena de vigor y calidez, trabajando lo
hípico, con imágenes de caballos deslumbrantes: unos realistas, otros
geometrizados, todos vibrantes.
Aparecen campesinos en sus actividades de labranza, la concienciación en
torno al cáncer, los retratos de grandes maestros como Cándido Bidó, cayenas
de diferentes colores que embellecen los campos del hermoso valle de Bonao,
los niños mirando al horizonte con los brazos abiertos, la belleza del cuerpo
femenino de las mujeres caribeñas, en cuyas siluetas se percibe un riguroso
trabajo del dibujo anatómico. En fin, recrea la vida en diversas facetas, no
mustia y sin futuro, sino en toda su eclosión, reflejando la fuerza de los sueños
juveniles que se van haciendo realidad con el esfuerzo cotidiano.
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